La clasificación de las universidades es un tema recurrente que ha permitido hacer claridad sobre algunos aspectos y confundir en otros. A modo de ejemplo señalar que hasta hace muy poco se entendía por Universidad Pública a aquella institución de educación superior que era de propiedad del Estado. Nuevos antecedentes han permitido entender que una universidad pública es aquella que imparte educación pública. Nos damos cuenta que una universidad que es de propiedad privada pero que hace educación que interesa al estado es efectivamente una universidad pública. Igual situación ocurre con las clasificaciones en las que se mezclan universidades que hacen investigación con aquellas que no hacen investigación, donde éstas últimas siempre quedan con puntajes más bajos.
Debemos preguntarnos si ¿Es mejor una universidad por su tamaño? ¿Es mejor una universidad de tamaño mayor que una universidad de tamaño menor? ¿Es mejor una universidad porque sus estudiantes van a clases en jornada diurna que otra universidad donde los estudiantes asisten en jornada vespertina? ¿Es mejor una universidad porque exige PSU que una universidad que no exige PSU? ¿Es mejor una universidad que debido a su tamaño tiene muchos profesores que una universidad con plantel docente adecuado a un tamaño menor? ¿Es mejor una universidad que publica en ISI que una universidad docente?
El Ranking 2014 de las universidades chilenas que elabora la Revista América Economía utiliza criterios de mercado para posicionar a las universidades, donde queda en primer lugar aquella universidad que tiene mayor presencia en el mercado de la educación. Efectivamente, los criterios de mercado ponen primero a aquellas empresas que son más grandes, las que venden más, las que tienen mayor número de trabajadores. Sabemos que no se puede esperar criterios distintos de una revista de esa naturaleza, pero debemos preguntarnos si son esos criterios meramente económicos relacionados con producción y venta los que queremos y necesitamos para clasificar a las universidades de nuestro país. Estamos entonces frente a un efecto Pigmalión donde se acepta una clasificación que da los resultados que cumplen con las expectativas. Efectivamente, las universidades más grandes que tienen cautivo a un mayor segmento del mercado según los criterios de América Economía serán siempre “las mejores” en el mercado de la educación, cosa coherente con los criterios que fija precisamente la economía de mercado.
Además de la utilización poco coherente de criterios económicos en la clasificación de las universidades, aparecen temas como la exigencia de PSU para entrar a la universidad. Sabemos que los rectores cuestionan la utilización de la PSU como único mecanismo de selección a las universidades. Efectivamente, el Consorcio de Universidades del Estado de Chile publicó en su página web que “Proponen desarrollar mecanismos alternativos a la Prueba de Selección Universitaria que integren y articulen un sistema de ingreso más complejo, que incorpore variables socioeconómicas y vocacionales. La razón, el efecto regresivo de la PSU en los estudiantes que provienen de sectores más vulnerables.” A continuación agregan que “Las cifras hablan por sí solas. Menos de un 1% de los estudiantes provenientes de un colegio municipal que rinden la PSU obtiene más de 750 puntos. La cifra crece a más de un tercio cuando se consideran sólo establecimientos particulares.”
Son pocas las voces que defienden a las universidades docentes, que cuentan con cuerpos docentes que se encuentran en contacto pleno con el medio profesional que les corresponde, manejando información y métodos de trabajo de punta en cada una de sus profesiones y especialidades, conocimientos que se transmiten en el aula de clases de forma cotidiana.
Resultados
No es malo per se que la Revista América Economía clasifique la actividad universitaria como una industria más de la economía de un país, aplicando
Resultados
No es malo per se que la Revista América Economía clasifique la actividad universitaria como una industria más de la economía de un país, aplicando
criterios de mercado que premian a los "peces grandes". Si es perverso que no existan alternativas para clasificar las universidades y humanizar de esa forma el mundo de la educación superior, sobre todo en países que están intentando mejorar la equidad en la educación.
Es efectivo que la Universidad Miguel de Cervantes no solicita PSU para ingresar a sus aulas, también es efectivo que no hacemos investigación porque nos hemos definido como una universidad docente. Es efectivo que los estudiantes de la UMC son personas que en un porcentaje cercano al 80% trabajan y estudian en jornada vespertina. Es efectivo que somos una universidad pequeña que no aspira a ser una universidad grande. Es efectivo que los estudiantes de la universidad Miguel de Cervantes van en un rango de edad entre 18 y 64 años. Todo eso es efectivo.
Los que no es efectivo es que por ser una universidad inclusiva,basada en los principios del humanismo cristiano, se nos apliquen criterios injustos como los descritos en este artículo y versiones periodísticas nos califiquen como “de las peores universidades chilenas”. Nos debemos a nuestros estudiantes y a ellos están dirigidos nuestros mejores esfuerzos y calidad.
Docente: Santiago JM Del Pozo Donoso
Director Escuela de Ingeniería
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